20/6/12

Huelga minera de Asturias: Llegan las mujeres

Las mujeres de de los mineros llegan al Senado en Madrid (Estado español)

Las manos negras, la cara negra, remeras negras y lazos negros. Las caras de las mujeres: esposas, hijas, hermanas, madres, compañeras de los mineros en huelga del Estado español inundaron todas las pantallas. Fueron hasta el Senado en Madrid para defender las fuentes de trabajo de sus maridos, sus hermanos, sus hijos, sus compañeros. 
La aparición de las mujeres en las huelgas y en las luchas nunca pasa desapercibida y demuestra la disposición a luchar no solo de los trabajadores sino de sus compañeras y sus familias.
Las mujeres sufren con crudeza las peores consecuencias de las crisis, la pobreza, el desempleo y la precarización las afecta en carne propia, en la de sus compañeros y sus hijos e hijas. Son las que, luego de la jornada laboral, llevan sobre sus hombros la administración del hogar, tarea diez veces más difícil cuando que hay hacer magia para llegar a fin de mes con sueldos de miseria. Son las que después de cocinar para 4, 6 o más personas, lavan la ropa, limpian la casa, le roban horas al sueño y hacen que todo funcione para volver a empezar al día siguiente.
Pero son esas mismas mujeres las que dicen basta y salen. Salen de esas casas, que muchas veces llevan adelante solas, sin la ayuda de sus compañeros (porque falta tiempo y sobra cansancio, porque no hay ganas, porque son cosas de mujeres, por muchas cosas). Salen de esas casas que viven lavando, limpiando y cocinando solas. 
Son esas mismas mujeres las que dicen basta y salen. Aunque eso les alargue la jornada, que ya no es doble, sino triple, que parece que no se acaba nunca. Pero eso no es obstáculo. Van a la fábrica, a la barricada, a la mina, donde sea. Ahí donde se reúnen las comisiones de mujeres, se encuentran vecinas, amigas, compañeras de lucha. Y muy pronto todas se dan cuenta que no solo son esposas, hermanas, novias, madres de los mineros. Son mujeres, que trabajan fuera de su casa, son amas de casa, son desocupadas, todas saben lo que significan los planes de ajuste y austeridad para las familias obreras. 
De ahí sale la valentía y el coraje de las mujeres que hasta ayer se amargaban solas en sus casas mientras sus compañeros están en la toma, en la huelga, en la ruta, y hoy son una sola en la comisión de mujeres. 


Y cada mujer que se suma a una comisión de solidaridad, a una comisión de mujeres puede encontrar en la historia innumerables ejemplos del camino que ellas emprenden hoy. Como si supieran, se recrean las acciones que llevaban adelante las esposas, las madres y las hermanas durante décadas. Para muchas es su primera participación, hay otras que ya son veteranas, algunas se acercan por curiosidad, otras convencidas por una vecina. Todas saben lo que está en juego y una vez que están en la calle están dispuestas a seguir adelante hasta las últimas consecuencias. 
Aunque muchas veces está prolijamente escondida todas las huelgas y luchas heroicas del movimiento obrero internacional contaron con las mujeres en la primera fila. En las ollas populares, haciendo de enfermeras, haciendo guarderías, pero también en las barricadas, en las rutas, en las marchas. 
Hoy vi un video de las mujeres de la huelga minera del Estado español y cuando las escuchaba cantar y gritar con bronca que iban a defender a sus compañeros hasta el final cuando las escuchaba decir “No están solos”, “Aquí están, ellas son las mujeres del carbón” me acordé de la Brigada Auxiliar de Mujeres, una comisión de mujeres en solidaridad con la huelga de General Motors en Estados Unidos en 1936. Una de sus dirigentes, esposa de un obrero de la fábrica y militante de izquierda, Genora Jonson Dollinger (ella también militante del SWP) contó luego de la huelga cómo se había dado cuenta del poder de las acciones de las mujeres: “Finalmente, me levanté y fui hasta el camión que tenía el aparato de sonido y le dije a los policías: Cobardes, cobardes, disparan a hombres desarmados y a las madres de sus hijos. Hubo un silencio a ambos lados de la línea. Y llamé a las mujeres (…) crucen la línea de policías y vengan aquí a defender a sus esposos, sus hermanos, sus tíos, sus novios. Anochecía y apenas pude ver a una mujer caminando hacia la zona de batalla. Y cuando eso sucedió hubo otras mujeres que la siguieron, luego más hombres. Y hubo un gran grito de victoria (…) Esa noche decidí que las mujeres podrían formar la brigada de emergencia y cada vez que hubiera una batalla amenazadora, nosotras haríamos la diferencia”. (Luchadoras. Historias demujeres que hicieron historia)
Las luchas recién comienzan, pero creo que las palabras de Genora Jonson Dollinger tiene absoluta vigencia. Las mujeres pueden hacer la diferencia. Las mujeres muestran su disposición a luchar, a salir de sus casas y arriesgar todo. También sus compañeros, sus maridos, sus hijos y sus novios están dispuestos a luchar por todo.
¡Su lucha merece un programa para triunfar! ¡Expropiación sin indemnización y puesta bajo control obrero de todas las minas! 

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