10/10/08

Ya que todo el mundo habla de los '30...

La huelga de la General Motors de 1936
Esto es parte del último suplemento Lucha de Clases sobre historia del movimiento obrero, que sale mensualmente con el periódico La Verdad Obrera.

En los primeros años de la década, la central sindical AFL había hecho un “acuerdo de paz” con la gran patronal automotriz a cambio del reconocimiento oficial de sus sindicatos por empresa. Trabajadores y partidos de izquierda (socialistas, comunistas y otros grupos) impulsaban un nuevo sindicato en la ciudad de Flint (Michigan) para unificar a los automotrices y no dividir su fuerza por empresas. Difundían las luchas obreras en curso y denunciaban el enriquecimiento de la patronal que podía contratar y despedir a gusto: “una vez que atraviesas las puertas de la General Motors, olvídate de la constitución de Estados Unidos”.
Los primeros pasos se dieron mediante la Liga por la Democracia Industrial (LID): un frente único de partidos y activistas que organizaba reuniones secretas en garages y sótanos de iglesias (los únicos lugares seguros para reunirse, ya que los obreros eran despedidos sólo por usar un prendedor del sindicato).

¿Feliz año nuevo? Empieza la huelga en Flint
El descontento obrero llegó a Flint a fines de 1936, en la General Motors (GM) y sus subsidiarias. La ciudad entera giraba alrededor de esa empresa, si la fábrica se paraba, paraba de girar el mundo1. Como sucedía con Toledo, la patronal poseía además los diarios y los negocios, influenciaba al gobernador y a la policía. Los trabajadores, empobrecidos por la crisis, venían haciendo intentos de organizar su sindicato, pero la patronal se resistía a reconocer su derecho a organizarse y a negociar colectivamente. Cualquier lucha por aumento salarial o contra el aceleramiento de los ritmos de producción era rápidamente aplastada.
El 30 de diciembre de 1936 se lleva a cabo la primera sentada en la planta Fisher Body Nº 2 de General Motors. La empresa quería trasladar forzosamente a tres obreros que se niegan a desafiliarse del sindicato para disciplinar el ánimo de lucha. La respuesta del lado de los trabajadores fue determinante: un turno entero de la fábrica realiza una huelga y una sentada; a esta acción le siguen otras similares en las demás plantas.
La patronal empezó a sacar piezas de los automóviles para llevarlas a fábricas no sindicalizadas y así seguir la producción. Entonces, como un efecto dominó, se fueron paralizando todas las líneas de producción: los obreros se sentaban en sus secciones y se negaban a abandonar los puestos de trabajo.

“¡Siéntense compañeros!”: Unidad de la clase obrera para triunfar
La huelga enfureció a la patronal, que estaba acostumbrada a los susurros pacíficos de la burocracia sindical y los mimos de los gobernadores y las fuerzas de seguridad que acudían en su rescate cada vez que General Motors pataleaba. Esta vez no iba a ser distinto, por eso la única salida posible era la lucha abierta contra la empresa. El método de sentada y ocupación que inauguraron los obreros desafiaba la “santa institución” de la propiedad privada.
Uno de los principales diarios, el Flint Journal (financiado por la GM), era el altavoz de la política patronal, asustando a los habitantes de la ciudad con titulares sensacionalistas que hablaban de caos, “invasión de los rusos” y violencia. En las escuelas, a menudo se les pedía a los hijos e hijas de los mismos obreros de la GM que escribieran composiciones con el título “Por qué la huelga es equivocada”. Algo similar sucedía en las iglesias y en los tribunales. La relación entre la GM y esas instituciones era tan estrecha que incluso un juez tenía acciones de la GM y llegó a decir que el sindicato debería compensar a la empresa por las pérdidas de la huelga.
Durante toda la huelga se sumaban nuevos trabajadores al sindicato, a pesar de la intimidación y las amenazas de los patrones. Cada nuevo miembro de la UAW debía aceptar tres cláusulas: comprar bienes de empresas donde los trabajadores tuvieran derecho a sindicalizarse; aportar a “elevar la condición material, intelectual y moral de los trabajadores automotrices” y “ser respetuoso en el trabajo y en la acción hacia cualquier mujer.”2 Estas cláusulas mostraban el espíritu que habían impuesto las luchas obreras y la pelea de sectores de izquierda por darle un contenido clasista al programa del sindicato, aún cuando su dirección actuara de forma conservadora en varias ocasiones.

La Brigada Auxiliar de Mujeres
Genora Johnson Dollinger no trabajaba en ninguna de las plantas pero sí lo hacía su esposo, Kermit Jonson. Ambos eran militantes del Partido Socialista.3 A medida que se desarrollaba la huelga, Genora veía la presión que ejercían las esposas de los obreros. Frente a la crisis económica se resistían a que algo pusiera en peligro el sostén del hogar. Diariamente llegaban mujeres al sindicato amenazando a sus esposos con el divorcio si se unían a la huelga. Entonces Genora pensó: “Si las mujeres son tan efectivas para quebrar la huelga, podrían serlo también para ganarla. Entonces organizamos la Brigada Auxiliar de Mujeres, que fue muy efectiva para comprometerlas en la lucha…”.4 Y no se equivocó: no sólo fortaleció la huelga, sino que cambió la vida de esas mujeres que del aislamiento del hogar pasaron a ser parte de la lucha. La Brigada Auxiliar de Mujeres5 reunía a 1.000 mujeres y la Brigada de Emergencia, también conocida como las Red Beret por los brazaletes rojos que llevaban, organizaba a 400 mujeres casi militarmente para resistir los embates de la policía.
Las mujeres querían ser parte, pero muchas tenían hijos pequeños que no podían estar durante horas en los piquetes y mitines, por eso una de las primeras cosas que organizó Genora fue una guardería en la misma sede del sindicato. Más tarde, la Brigada organizó también cursos de oratoria, ya que la mayoría de las mujeres nunca había hablado en público, grupos de lectura y discusión sobre la historia del movimiento obrero. El cambio fue inmenso, por primera vez las mujeres compartían discusiones políticas con sus esposos y otros obreros, y existía una solidaridad entre ellas que derribaba las paredes del aislamiento: “‘ya no éramos más individuos, éramos parte de una organización.”6 Una las primeras imágenes de la huelga que llega a los periódicos es la de un piquete de niños organizado por la Brigada. La noticia llegó a la tapa del New York Times, y empezaban a aparecer “brigadas” en los alrededores de Flint, en Detroit usaban brazaletes verdes, en Lansig azules, en Pontiac naranjas.

La huelga avanza
Los obreros se mantenían firmes. A las dos semanas, el gobernador (el demócrata Frank Murphy) había intentado, infructuosamente, desalojar las plantas con la policía estatal.
La huelga se extendió durante todo enero de 1937. Estaban paradas casi la totalidad de las plantas. Hubo intentos de aislamiento: prohibir la entrega de comida y apagar los calefactores y la electricidad de la fábrica. Mientras tanto, los obreros instalaban “salas de estar” con los asientos de los futuros automóviles y organizaban salas de lectura y discusión con todos los diarios, periódicos de izquierda, libros de historia, etc.
A medida que avanzaban los días, los piquetes para impedir la entrada de los rompehuelgas y la policía se hacían más masivos: hombres, mujeres y niños se apostaban en las entradas día y noche. La persecución a los luchadores era dura; para evitar ser acusadas de portación de armas, las mujeres de la Brigada llevaban en sus bolsillos una barra de jabón y una media, así respondían instantáneamente a las provocaciones de los rompehuelgas y los ataques de los matones. Nuevos sectores surgían a la lucha, los trabajadores y trabajadoras se acercaban al sindicato para afiliarse: los repartidores de leche, los vendedores de negocios y otros. Aunque la UAW era un sindicato de obreros automotrices, terminó afiliando a todos los que se acercaban. El sindicato recibía llamadas de gente que quería protestar; las “chicas de J.C. Penney” (una tienda de locales comerciales) quieren hacer sentadas. Allí acuden las mujeres de la Brigada Auxiliar a solidarizarse y sumar apoyo a la huelga contra General Motors.

Comienza la represión: la batalla de “Bull’s Run”
El primer ataque serio de la policía fue con gases lacrimógenos el 11 de enero en la planta Fisher Body Nº 2. La tensión era insoportable, ese día 400 mujeres se sumaron a los piquetes. Después de un acto en la puerta de fábrica, Genora se acercó al altoparlante: “Le dije a los policías: Cobardes, cobardes, disparan a hombres desarmados y a las madres de sus hijos. Hubo un silencio a ambos lados de la línea. Y llamé a las mujeres (…) crucen la línea de policías y vengan aquí a defender a sus esposos, sus hermanos, sus tíos, sus novios. Anochecía y apenas pude ver a una mujer caminando hacia la zona de batalla. Y cuando eso sucedió hubo otras mujeres que la siguieron, luego más hombres. Y hubo un gran grito de victoria (…) Esa noche decidí que las mujeres podrían formar la brigada de emergencia y cada vez que hubiera una batalla amenazadora, nosotras haríamos la diferencia.”7 Después de esa victoria, bautizada como la batalla donde “hicimos correr a los policías”, el gobernador y la empresa llamaron a la Guardia Nacional para desalojar a los huelguistas.
La participación de las mujeres en los enfrentamientos adquiría mucha importancia, en palabras del huelguista Larry Jones: “en las principales batallas de la huelga, las mujeres jugaron un rol clave en el éxito del sindicato (...) Genora (Dollinger) Johnson se transformó en la más famosa de esas mujeres, aunque varias además de ella dejaron todo en los piquetes, desafiando a GM a pasar por encima de ellos”.8

La toma de la planta 4: momento decisivo
Genora y Kermit, presidente del comité de huelga, veían que llegaba un momento decisivo, los obreros habían mostrado una disposición inmensa para la lucha pero se necesitaba una dirección a la altura de las circunstancias. Ellos insistían en ocupar la planta Nº 4, para tener el control del corazón de la fábrica, que a pesar de haber reducido drásticamente su producción, seguía funcionando a fuerza de rompehuelgas y mudanza de piezas a otras plantas.9
Propusieron la toma en el Partido Socialista (que co-dirigía la huelga con el PC). La planificación incluía una acción para distraer a los espías, policías y la Guardia Nacional que acampaban alrededor de las plantas. Walter Reuthers, reconocido dirigente sindical socialista, se opuso diciendo que era demasiado peligroso y convenció a la mayoría de que votaran en contra de la propuesta. Esa misma noche Genora escribió una carta a Norman Thomas, dirigente nacional del Partido Socialista, para que interviniera a favor de su propuesta. Éste envió al secretario obrero del partido a Flint inmediatamente. Al ver la enorme militancia de base que había generado la huelga se decidió a apoyar la propuesta de Genora y Kermit e intercedió para disuadir al mismo Reuthers. Genora contó que Reuthers les advirtió: “Si esto falla, la responsabilidad caerá sobre su cabeza”.
Finalmente, el sindicato discutió en una reunión pública marchar a la planta N° 9, asegurándose de que los espías de la empresa comunicaran la acción a la policía. El 1° de febrero miles de trabajadores marcharon a la planta a enfrentarse con la policía que los esperaba en la puerta. Cuando entraron, la policía los siguió arrojando gases lacrimógenos; los huelguistas respondían con todo lo que tenían a mano. Fuera de la planta se llevaba a cabo una verdadera batalla campal, las mujeres de la Brigada habían ido preparadas: llevaban palos y rompieron todos los vidrios para que saliera el gas lacrimógeno y evitar así que se ahoguen los obreros dentro de la planta. Cuando terminó ese enfrentamiento, la Brigada se retiró a las oficinas del sindicato y se atendió a los heridos.
Mientras tanto, otro grupo de obreros y mujeres entraban en la planta N° 4, la estratégica planta de ensamblaje. Ni bien llegaron tuvieron que enfrentarse con los rompehuelgas y la seguridad de la empresa. Al llegar la Brigada comenzó a discutir con los policías: “¿Qué harías si fuera tu esposa la que estuviera acá?, ¿no querrías que te defendiera?”. Cuando la tensión llegó al máximo, Genora tomó el altavoz y llamó a formar un piquete en la puerta y las mujeres gritaban “Solidaridad”, “Defender el fuerte”, “Sobre nuestros cadáveres”. Se hicieron barricadas en cada una de las entradas y ventanas y se organizaron grupos que patrullaban para proteger la planta.
Al día siguiente un juez ordenó el desalojo, las zonas que no controlaban los obreros, eran controladas por la Guardia Nacional. Las cartas estaban echadas, el sindicato reunió todos los refuerzos posibles, comenzaron a llegar los contingentes obreros para solidarizarse con la huelga.
Finalmente, la General Motors desistió de los desalojos, nada movía a los trabajadores de la fábrica. El 11 de febrero de 1937 la empresa acuerda con el sindicato, aceptando por primera vez en la historia el derecho de negociar colectivamente el reconocimiento de la UAW como interlocutor de las negociaciones de salarios, horas y condiciones laborales. A partir de ese momento deberá contratar sólo trabajadores sindicalizados en las 17 plantas y recontratar a todos los huelguistas sin represalias. La huelga de Flint había triunfado, y su novedoso método de las sentadas y la ocupación escribirían una nueva página en la historia de la clase obrera estadounidense.


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Notas

1 En esta época, 40 empresas empleaban a 500.000 obreros aproximadamente.
2 Yosef Mikah, Sit down! Sit down!, inédito.
3 El Partido Socialista tenía varias alas. Genora y Kermit se organizaban en el ala que impulsaba el periódico Socialist Call y tenía varios acuerdos son el joven SWP de James Cannon. Después de la huelga, Genora ingresó al SWP.
4 Not Automatic: Women and the Left in the Forging of the Auto Workers’ Union, de Genora Dollinger y Sol Dollinger.
5 Para más referencias sobre la participación de las mujeres, ver “Genora Johnson Dollinger”, en Luchadoras. Historias de mujeres que hicieron historia, Ediciones del IPS, Buenos Aires, 2006.
6 Never Again Just A Woman. Women of the Auxiliary and Emergency Brigade in the General Motors Sit-Down Strike of 1937, de Janice Hassett, Senior Thesis, from the American Socialist Collection of Sol Dollinger, 1994.
7 I Was Able to Make My Voice Really Ring Out: The Women’s Emergency Brigade in the Flint Sit-Down Strike, de Genora Johnson Dollinger y Sherna Gluck, Feminist History Project, entrevista realizada en 1976.
8 U-M Flint Labor History Project, entrevista realizada el 9/6/1978.
9 Al momento de la huelga los casi 20.000 afiliados estaban en huelga o sin tareas, ya que no había autopartes. La producción de GM se redujo de 53 automóviles por semana en diciembre de 1936, a sólo 1.500 por semana en febrero de 1937.

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