4/9/14

Carolina en Donnelley

Una obrera gráfica
En 1887, se censa la primera obrera gráfica de Argentina. Dos años después, nace Carolina Muzzilli. A los veinte años, Carolina ya era militante socialista y colaboraba con la organización de de las obreras gráficas de Buenos Aires. En ese momento, las mujeres tenían los peores puestos en los talleres, trabajaban a destajo, las despedían cuando se embarazan o cuando faltan porque sus hijos estaban enfermos. Las jornadas eran extensas. Los derechos, pisoteados.

En 1906 hubo una huelga muy importante y las mujeres participaron activamente. Ganaron: consiguieron el primer convenio colectivo. En 1907, nació la Federación Gráfica Bonaerense. Carolina organizó charlas sindicales con las obreras gráficas, armaron una biblioteca, hicieron reuniones de mujeres. No se contentaron con su logro, querían más. Desde la Federación ayudaron a las lavanderas a organizarse. Las asesoraron en el local de la Federación, con la ayuda de Julieta Lanteri (la primera mujer que vota en América Latina, y que tendrá su propia historia) y las mujeres socialistas. En ese local, las obreras lavanderas del establecimiento “La Higiénica” organizaron la huelga de 1912.

Carolina creía que las mujeres debían pelear por sus demandas, pero junto con sus compañeros de clase, en los sindicatos. Entonces propuso una pelea doble: entre las mujeres peleaba para aliarlas a los trabajadores, y entre los trabajadores para que abracen las causas “femeninas”.

Hoy siguen pasando cosas parecidas. Muchas mujeres van a trabajar cuando sus hijos e hijas se enferman. Muchas están precarizadas. Las jornadas siguen siendo largas, a veces se extienden al fin de semana. Muchos derechos siguen siendo pisoteados. Hoy sigue existiendo la Federación Gráfica Bonaerense. Y, esto es lo más importante, hay mujeres y hombres que tomaron la posta de la pelea de Carolina. Que no se contentan con sus primeros logros, que quieren más. Se organizaron, pero no se quedaron ahí, siguieron. Ganaron la comisión interna, siguieron. Mejoraron las condiciones de trabajo, siguieron. Sumaron a sus compañeras, siguieron. Hicieron una comisión de mujeres, pero no se contentaron con sus logros, siguieron. La patronal quiso dejarlos a todos en la calle.

Hoy tomaron la fábrica, y producen bajo gestión de los trabajadores. Las mujeres están ahí, no se contentan con sus logros, siguen. Y Carolina está ahí, en cada una de las mujeres de la Comisión de Mujeres, y en sus compañeros de Donnelley.

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