Una sociedad que permite que la mitad de sus miembros mueran en las peores condiciones, solo por interrumpir embarazos que no quieren o no pueden continuar, solo merece nuestro desprecio. No importa cuán diversa, “respetuosa de las diferencias” e “igualitaria” sea (o diga que)... Millones de mujeres quieren ser madres y no pueden, millones lo son sin desearlo y otro tanto no lo desea: todas estamos condenadas a la clandestinidad. Esa clandestinidad transforma en un privilegio que se paga con dinero no morir en el aborto o en el parto. Algunas tenemos ese privilegio, muchas, muchísimas no lo tienen. Por eso, la única solución es conquistar el aborto libre, seguro y gratuito. No es como dicen los que pretenden “defender la vida”: No peleamos por el aborto, peleamos por la vida de millones de mujeres y niñas que se mueren por los abortos clandestinos. ¡Por eso peleamos por el aborto libre, seguro y gratuito!
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