9/5/12

El trabajo invisible de las mujeres en la crisis

Foto: amas de casa marchan el 1º de Mayo en el Estado español.

"Una persona que accede a un empleo remunerado, puede hacerlo gracias a que tiene detrás todas estas horas de trabajos destinados al cuidado de la vida; no ha de olvidarse que las empresas se benefician enormemente de que estos trabajos estén invisibilizados, para así recibir trabajadores listos para dedicarse al empleo en largas jornadas, sin otras obligaciones, y con sus necesidades de cuidados (en su sentido más amplio) cubiertas. Puede afirmarse también que nuestro sistema económico se sostiene porque existe este injusto reparto del tiempo de trabajo, que hace recaer sobre las mujeres la labor de que "el conjunto encaje". O dicho de otra forma, nuestra paz social, se logra gracias a la desigualdad."

La cita que pegué arriba de este artículo de un diario español me recordó un debate muy importante en el feminismo, debate en el que participamos las marxistas, donde las posiciones van desde la exigencia de un salario hasta la eliminación del trabajo doméstico.

Hace unos años, publicamos un suplemento muy bueno de Pan y Rosas que hoy volví a ver donde retomamos este debate. En ese momento hicimos incluso una pequeña encuesta (que hicieron unas compañeras estudiantes de Ciencias Económicas), y publicamos una entrevista que le hizo Andrea D'Atri a la feminista Selma James. Selma fue militante de izquierda hasta mediados de los años 1960, después organizó la Campaña Contra la Discriminación Racial y fundó la Campaña Internacional del Salario para el Trabajo Doméstico. Ella sostiene, como varias feministas, que es necesario tanto remunerar el trabajo doméstico como luchar contra el aislamiento de las mujeres en los hogares que resulta de la realización individual de las tareas domésticas, que en general realizan mujeres y niñas solas en su hogar (esto para mí es uno de los problemas centrales además del problema del trabajo invisible):


"En Sexo, raza y clase, planteás que el trabajo doméstico conlleva dos problemas: para las mujeres que también trabajan fuera del hogar, por la cuestión de la doble jornada y, para las que sólo trabajan en su hogar, el aislamiento. -¿En qué medida la campaña enfrenta esas cuestiones?
Nosotras no esperamos que se resuelva ningún problema con el salario. La única manera de solucionar los problemas es construyendo un movimiento por estas reivindicaciones y, en ese proceso, socavar, debilitar estas cuestiones. Esto no quiere decir que no es importante obtenerlo. Pero se obtenga o no, la lucha por ese derecho es en sí misma una experiencia importante para las mujeres. Cuando se habla de "salario para el trabajo doméstico", las mujeres entienden perfectamente y enseguida lo relacionan con algo de lo que ellas están pidiendo: ya sea para el cuidado de los niños, para la salud, subsidios para la vivienda. Cuando exigimos en la ONU que se reconozca el trabajo doméstico en el PBI de los países, como una estrategia para que se visibilice que hay un trabajo no remunerado, muchos se opusieron diciendo "si las mujeres saben cuánto trabajo están haciendo van querer que se pague." -¡Es cierto! -¿Por qué van a decir que es lindo trabajar gratis? Van a decir? "si yo produzco la mitad del producto nacional -¿por qué no me están pagando?""

En ese mismo suplemento decíamos: "Opinaban que, para ello, las mujeres debían incorporarse a la producción social y que el cambio no pasaba por una reconsideración instituida legalmente del valor del trabajo doméstico que era menospreciado en la sociedad capitalista. Por el contrario, estaban convencidos de que la única forma de lograr esta incorporación al mundo productivo y a la política, la cultura, la vida pública, era eliminando el trabajo doméstico".

Aunque tenemos posiciones diferentes, creo que es un punto importante para reflexionar, ya que es uno de los pilares en los que se apoya el capitalismo (este trabajo invisible que hace que millones de trabajadores lleguen a sus lugares de trabajo "listos" para trabajar). Hoy, cuando el capitalismo empieza mostrar su rostro más amargo con la desocupación masiva, el hambre y la pobreza, una vez más la discusión sobre el lugar de las mujeres vuelve a ponerse sobre la mesa.

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