3/3/09

Retro… argentinos derechos y humanos



Como parte de la vuelta de los años ’80, volvió el discurso de “derechos humanos” de la dictadura militar. Con el escudo de la indignación y la tristeza por la muerte de alguien que uno quiere, Susana se despachó con un “Basta de derechos humanos...” , en un país donde el 95% de los militares genocidas están libres y sin siquiera un juicio, donde se persigue a quien lucha por sus derechos, se castiga con la clandestinidad del delito a la mitad de las personas con la negativa al derecho al aborto… ¡¿”Basta de derechos humanos”?! Otra de las frases célebres: “quien mata debe morir”, después de los escalofríos que produce tamaña afirmación de boca de una persona muy popular de los medios en una sociedad atravesada por la violencia que genera una sociedad profundamente injusta –en Argentina y en el mundo–, abre otro interrogante: la pena de muerte. Por supuesto que es un debate inagotable para unas pocas líneas, sin embargo, y exagerando en pragmatismo, sirve para la reflexión observar –en primer lugar- los resultados prácticos de la aplicación de la pena de muerte en uno de los países que ha hecho de su política de seguridad –interior y exterior– una parte intrínseca de su “ser”: Estados Unidos. Este país cuenta con dos cosas con las que Susana y una parte importante de una tortita de encuestas de Clarín sueñan: un sistema privado de cárceles y pena de muerte (esto último, depende de cada estado, no hay una ley federal). Ahora bien, al mismo tiempo, EE.UU. tiene la población carcelaria más grande del mundo, casi 1/4 de los presos y presas a nivel mundial están en cárceles norteamericanas (más de 2.290.000 personas y para comparar: en China –cuatro veces EEUU en población, 1.570.000). Y como si hiciera falta decirlo, la mayoría de esas personas presas son afroamericanas y latinos, entre ellos crece la población femenina (sobre todo desde que las mujeres aumentaron su participación en el narcotráfico –como una solución precaria y desesperada al desempleo–). Según el Pew Center Research: 1 de 355 mujeres blancas está presa, pero entre las afroamericanas la proporción es 1 de 100. Lo mismo ocurre entre los varones: para los blancos entre 25/35 años la proporción es 1 de 30, y para los afroamericanos es 1 de 9. Pero, pensemos solamente en el ejemplo de "justicia" de Susana: Dubai. Susana Gimenez dijo que ella cuando fue a Dubai preguntó por qué las cárceles están vacías y que la respuesta fue: porque los matamos a todos. ¡Divino! Diría Susana, y alaba un país donde es más que seguro que no podría trabajar en televisión...¿O alguien conoce una mujer tan popular como ella que tenga un programa equivalente a "Hola Susana" en Dubai?
Volvamos a Estados Unidos: la pena de muerte no ha frenado los crímenes violentos, pero sí ha aumentado los riesgos de morir dentro del sistema judicial estadounidense para los varones afroamericanos. No ha terminado con las violaciones, pero sí aumenta la impunidad de instituciones como la policía y la justicia racistas, en un país –aun con Obama en la Casa Blanca– profundamente racista. La pena de muerte a menudo se instala como debate en las sociedades en momentos complejos y nunca de la mejor manera, pero una vez abierto, exige respuestas. Los “derechos y humanos” que se arrogan el derecho de sufrir y llorar a sus muertos (como si otras personas no lo tuviéramos), son siempre los que tiran la primera piedra… A responder entonces. Mientras la ley y las fuerzas de seguridad respondan al amo de clase, nada que salga de su vientre será nunca remedio para ninguna enfermedad…

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